La memoria de los 60 en Los Pichiciegos de Rodolfo Fogwill.

   20/2/23 Graciela Mantiñan

Desde su publicación en 1983,  Los Pichiciegos se convirtió en una  forma de narrar la Guerra de Malvinas y en una fuente de inspiracion  permanente para nuevas obras.

La hipótesis de este artículo es que  en su configuración de las Islas en Guerra pueden registrarse algunas huellas históricas y culturales de la década del 60,  los años de formación de Fogwill.

Para desarrollarla  señala hechos y personajes de esa época que Los Pichiciegos convoca  desde la parodia, un rasgo distintivo del estilo fogwilliano y  estudia el diálogo que la novela establece con autores importantes de los 60 -Ernesto Sábato, Rodolfo Walsh y Manuel Puig- para configurar su propia versión del mito, el testimonio y el discurso cinematográfico.

Este registro revela que  la novela actualiza el recuerdo de ese tiempo de “enconadas certezas y salvajes esperanzas” como lo definió Oscar Terán [1], creando  una memoria que desacraliza ciertas convenciones políticas y culturales sesentistas.

Las huellas de esa memoria están encriptadas en la escritura de Los Pichiciegos , la novela que hace cuarenta años pensó las Islas Malvinas en su momento más dramático.

1.Un prólogo necesario: Rodolfo Fogwill en 1982.

El ingreso “oficial” de Rodolfo Fogwill (1941-2010) a la literatura nacional puede fecharse entre 1979 y 1980, cuando publica sus primeros libros- Las horas de citas y  El efecto de la realidad (poemas) y Mis muertos punk (relatos) en Tierra Baldía , la editorial que había fundado con Oscar Traversa y Osvaldo Lamborghini.

Su planteo era claro: cuestionaba  los principios rectores del canon literario sesentista ( el realismo crítico, el legado de Borges y el rol del escritor comprometido) y  promovía una refundación de la literatura nacional[2].Su  estilo anticipaba el protagonismo de la parodia, que en el campo literario de la época  se habría  convertido según De Diego, en un componente central de lo que se podría llamar un nuevo verosímil (2003, 199).

Lejos quedaban  los contestatarios 60, sus años de formación.

Desde 1976, vivía la tragedia  de una dictadura  genocida que seis años más tarde iniciaría la Guerra de Malvinas.Sus hijos mayores entraban en la adolescencia, era propietario de una agencia de publicidad y una consultora de marketing,había tenido éxitos laborales pero también debacles que le depararon la cárcel por delitos financieros.

La reciente publicación de sus anotaciones en 1982 revela que la guerra lo angustiaba[3]. Escuchaba las opiniones de algunos contactos laborales , militares vinculados  y/o pertenecientes a las fuerzas armadas,accedía vía radios de onda corta y telex a información internacional que no se conocía en el país. Sobrellevaba una de sus recurrentes crisis económicas, temía por el futuro de la publicación de su relato “Música” .

Fue en ese momento  que Rodolfo Fogwill , que tenía 41 años,escribe Los Pichiciegos.

 Este artículo se propone estudiar qué especial relación establece la novela con algunos capítulos de la memoria de los 60,cifrándola en episodios y personajes de esos años que en algunos casos se proyectaron a la década siguiente.Explora cómo esas huellas se anticipan en  en relatos previos del escritor,señalando su pregnancia en la escritura de Los Pichiciegos.

 A priori acepta que está leyendo a un autor que transforma sus textos en una guerra de escrituras contra los consensos literarios del canon argentino,al artífice “de un estilo de escritura impropio y heterodoxo frente a la ficción intelectual e hiper literaria”(Montenegro,2018,134).

Reconoce además que halló  en la muy amplia obra periodística de Fogwill  una guía para estudiar ciertas ideas que ratificadas o cuestionadas mucho tiempo después , representan la permanencia de una memoria.

2. La Argentina de los 60 , los años de formación de Fogwill.

Un tiempo de “enconadas certezas y salvajes esperanzas” : así define Oscar Terán a la década del 60  en la Argentina que tuvo, como en todo el mundo, una notable complejidad política, social y cultural (2013, 122). Fue en esos años tan especiales que el joven Fogwill, militante de la izquierda revolucionaria y  experimentado navegante, abandonó sus estudios de medicina para cursar Sociología,una carrera fundada por Gino Germani en 1957, que se dictaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Se graduó en 1964 y ejerció la docencia en esa carrera que Adolfo Prieto definió como el núcleo de modernización más activo de la Universidad de Buenos Aires (1983,893).Dos años después, como muchos otros, sería expulsado por la intervención a las universidades decidida por la dictadura de Juan Carlos Onganía.

Los años de formación de Fogwill  transcurrieron bajo el signo de un cambio político-cultural, la nacionalización de los sectores medios, que operó  en muy diversos campos y tuvo múltiples manifestaciones . Ineludible: en esa época se desarrolló  la generación que sustentó lo que hoy llamamos proyecto utópico , pero que como observa De Diego, no era caracterizado así en ese tiempo

La década del 60 concluyó cuestionando gran parte de los escenarios que había construido, desde la teoría política que se radicalizó  en acción política hasta la estética y las ideas de sus más exitosos escritores. Quizá en esos cuestionamientos pueda leerse el origen de algunos de los  hechos que  marcarían la historia de  los años 70.

Creo que la mejor introducción al desarrollo del vínculo que el escritor  establece con la memoria de los 60 la  brinda el mismo Fogwill evocando muchos años después sucesos acaecidos en esa época y que pienso resultan claves para abordar su obra.

El relata que comenzó a escribir al cabo de diez años de estudiar lingüística “con otras finalidades  más prácticas”, que desarrollaría en su exitosa labor como publicitario y especialista en marketing, “fue  en los sesenta y sentí el deber de ser yo también un estructuralista como mi maestro Eliseo Verón” (Montenegro,2018). Su  interés por el tema lo llevó a principios de los 70 a colaborar con el semiólogo Oscar Traversa en la revista de semiótica “LENGUAjes”.

Posiblemente esos saberes retornen en 2007 cuando elija lengua-habla, un principio básico de la lingüística, para afirmar que Los Pichiciegos no era una novela sobre la guerra, sino que la obra pretendía ser un  trabajo hacia el habla argentina, “ya en esa época para mí la nación no era más que la lengua”[4] (2010, 332).

En los 60, en el ámbito de las ciencias sociales- donde se formó Fogwill-  el ensayo ontológico o intuitivo que basaba en mitos nuestra historia nacional fue objeto de amplias discusiones.

Tempranamente lo criticó Gino Germani definiendo a Ezequiel Martínez Estrada como  “impresionista o intuicionista” (Juan y Pellegrino, 2009, 8). Ya en  1950, la publicación de El pecado capital de América Latina de Héctor Murena,un discípulo de Martínez Estrada [5] ,había generado cuestionamientos que se extendieron a su narrativa. Seis años más tarde por ejemplo  Rodolfo Walsh definirá a Murena como “profesional de la angustia” y “empresario del apocalipsis”(Lafforgue,2000, 249-250 )[6].

Si se piensa en la centralidad del Mito Pichi en la novela fogwilliana, acaso esta reflexión de Fogwill diez años después de escribir Los Pichiciegos revele la vigencia de ese cuestionamiento.

Refiriéndose a Horacio  González, Ezequiel Martínez Estrada ,Héctor Murena y Carlos Astrada –a los que consideraba representantes del pensamiento nacional-, se pregunta: “¿se piensa el mito desde, contra, a pesar del mito , de las tres maneras a un tiempo ,o de la manera que conviene a los tiempos?”. Luego dirá: “no hay mejor mito que de la desmistificación ” (2021,113, 114).

3. Buscar las claves en su itinerario vital y literario 

3.1.Las guerras

Fogwill que en 1998 recordaba que siendo un niño escuchaba con su familia de origen inglés, las noticias de la segunda guerra mundial en la BBC (“Retrato”, 2010,21-31)[7], creció en un mundo polarizado por la Guerra Fría donde el riesgo bélico y la confrontación ideológica  eran permanentes.

En los 60, la división del mundo y la incógnita que este hecho  creaba, constituían un dato de la realidad y generaba polémicas como la que en 1963 sostuvieron dos intelectuales de la Facultad de Filosofía y Letras, sobre la autenticidad del marxismo . El marxista Oscar Masotta   la fundó  en el hecho de que “un tercio de la humanidad vive y trabaja y piensa bajo su signo”. El cristiano Conrado Eggers sostuvo que el capitalismo  era dos veces más verdadero “porque dos tercios de la humanidad vive, trabaja y piensa bajo su signo”( Correas,2007, 86).

Hoy la discusión puede despertar asombro, pero constituye un dato representativo de la época que transitó el joven izquierdista Fogwill en sus años universitarios.

¿Por qué no leer en  Un guion para Artkino, publicado en 2008 pero según Fogwill escrita en 1977, un eco de ese tiempo? Si  bien este artículo estudia la obra enfocándose en  la parodización de la figura de Ernesto Sábato, lo cierto es que esta ucronía delirante [8] reproduce los rasgos definitorios del aparato de censura estatal de la URSS. Baste con citar la denuncia formulada en  1969 por el Archipiélago Gulag de Alexander Solzhenitsin, premio Nobel 1970, que debió abandonar su país y refugiarse en los EEUU, como lo hace  el protagonista de la novela fogwilliana.

Durante la década del 60, Fogwill fue testigo múltiples conflictos bélicos  desde las guerras de liberación del tercer mundo hasta la guerra civil de Irlanda pasando por la de Vietnam. Pero también presenció el nacimiento de la guerrilla rural y urbana en la Argentina, seguidas en la década siguiente  por la guerra de exterminio perpetrada por el proceso militar.

Su visión anticonvencional de lo bélico configura  la guerra civil de Irlanda en “Muchacha punk”( 1979) y en “Dos hilitos de sangre”( 1980),donde  se refiere irónicamente a los brazos de  Mac Arthur y Montgomery- dos protagonistas de la II Guerra Mundial- “que de tan anglos y enflaquecidos de no hacer nada siempre llevan a preguntarse, cómo esa gente pudo ganar tantas y tantas guerras” (2009, 20)[9].

No sólo el tema de  las  guerras contemporáneas no le fue ajeno, ya en “Reflexiones”(1978), aludía a  las iniciales de la historia, “capitanes de ejércitos coimeros que mueren en batallas atorrantas en guerras tongadas”(28).¿Una cifrada crítica a la visión borgiana de las guerras civiles argentinas del siglo XIX?[10].

Más todavía creo que “Los pasajeros del tren de la noche”(1981), que relata el retorno de  soldados de una guerra que no identifica, pero que por ciertas referencias –“la batalla del 22 de agosto”, “la medalla con la cara del General”(270)- intuyo argentina y contemporánea, anticipa motivos que volverán en Los Pichiciegos, por ejemplo el retorno de los soldados. En el cuento, el narrador : “Quirós, otro de los soldados vueltos tiene un camión”(230).En Los Pichiciegos, Quiquito : “No entendés un carajo! ¿No viste ahora? Le  ofrecen trabajo a los vueltos!”(2006,131).

Pero también la obsesión por preservar el relato y su verosimilitud que el cuento  deposita en un profesor de historia del pueblo que recoge testimonios, “él puede confirmar esta impresión de que los chicos de ahora nunca van a saber lo que pasó” (253).Quiquito dirá: “esto se puede confirmar preguntando a cualquiera de los salvados” (79).

Fogwill siguió pensando en las guerras: en 1982, año de la creación de Los Pichiciegos, publica un artículo “La única guerra que podemos esperar es la única que no supimos pensar”, donde plantea que en el Cono Sur el riesgo es una guerra de ocupación territorial  causada por la migración de los afectados por un eventual holocausto nuclear. Señala que esta situación requeriría condiciones especiales que son todo lo contrario a unas fuerzas armadas “aptas para vencer al Paraguay y a los Pampas, para perder una guerra limitada con la OTAN  y para ejercer una administración  torpe, soberbia y elitista”[11]( 2010,43).

De todas las observaciones posibles, elijo su lectura de la guerra del 82 como limitada y perdida, las guerras perdidas luego serán un tema recurrente en su narrativa, no sólo frente al poder británico sino también frente a las potencias occidentales nucleadas en la OTAN.  A pesar de que el artículo sólo cita el año, resulta claro que fue escrito durante la dictadura y después de Malvinas.

3.2. Las Malvinas

En los 60, distintos episodios  reinstalaron la causa Malvinas  en el escenario nacional, por ejemplo el Informe Ruda (1964), el Operativo Cóndor (1966)y los vuelos de Miguel Fitz Gerald(1964 y 1968) que tuvieron amplio apoyo de periódico  Crónica. En 1966 consultada la Academia Nacional de Historia sobre la pertenencia o no de elevar un monumento al Gaucho Rivero, dictamina que ni él ni sus camaradas habían tenido la intención de rebelarse contra la autoridad británica.

Las Islas volvieron a aparecer en los medios masivos: baste citar el reportaje de  Raimundo Gleyzer para Telenoche, el noticiero de Canal 13(1966) y el artículo de  Germán Rozenmacher[12] para  Siete Días (1968) que revelaban modos de vida y opiniones de los kelpers. Como señala  Sebastián Carassai, Malvinas fue un tema de análisis y discusión  en la prensa gráfica y televisiva  a través de muy diversos actores en lo que él  llama “la década optimista “, cuando se pensaba que era posible recuperar la soberanía sobre las Islas (2022,53-84) .

Mientras la causa Malvinas inspiraba poemas y canciones folklóricas – ver Mantiñan, 2017- la beatlemanía ganaba Buenos Aires, generando raras coexistencias. Abel Gilbert recuerda que en octubre de 1966, el semanario Panorama publicó en la tapa la foto del nuevo gobernador británico de las Islas con el título “Malvinas:¿el último gobernador inglés?”, mientras en su interior dedicaba un artículo Bob  Dylan presentándolo como el gran amigo de John Lenon (2022,133).

La presencia de Malvinas en los medios se prolongó a comienzos de los 70 con  la instalación de YPF en las Islas, la construcción del aeropuerto y la llegada de maestras argentinas, en 1971 Atahualpa Yupanqui creó “La hermanita perdida”.

A partir de 1973 hasta 1976, los reclamos del gobierno peronista se hicieron más enérgicos  generando distintas iniciativas que tuvieron amplia difusión.  Carassai evoca por ejemplo que en 1973 José Da Fonseca Figueira[13] participó en el muy popular programa televisivo “Odol pregunta” respondiendo sobre historia de las Islas Y que en 1974 Crónica abrió el reclutamiento de voluntarios para invadir las Islas  (161 y 168, respectivamente).

Lo hasta aquí referido es un dato de época, la presencia de Malvinas en el panorama nacional de los 60 que se prolonga durante los primeros años de la década siguiente.Sin establecer un vínculo necesario de estos sucesos con la narrativa fogwilliana, señalo la presencia de las Islas en tempranos relatos del autor.

 Las Malvinas aparecen en “El japonés”(1981)  para indicar posición del navegante en un viaje accidentado, “estábamos hacía dos días en aguas del brazo ascendente de la corriente fría de Malvinas, bastante fresca, doce grados”(81). Y también en “Muchacha punk” que transcurrre en Londres, allí  el protagonista fantasea que el mozo español “si ya había padecido un lapso  razonable de exilio en Londres, me habría supuesto un viajero del continente, o un nativo de una colonia marginal del Commonwealth o un malvinero”(131).

¿Ecos de los 60 en el nombre de las Islas?: los personajes de Los Pichiciegos no mencionan a las Malvinas, que sí aparecen en una anécdota que recuerda  Quiquito[14]. En la novela  las Islas son los malvineros: las monjas aparecidas “no eran malvineras”(40), Quiquito inducido por el escriba, fantasea: “me gustaría ser un malvinero y tener una de esas estancias enormes ,vivir ahí, tener mujer,perro,todos rubios y mirar el pasto, cuando haya-sin que me vengan a joder los británicos ni los argentinos”[15](139).

Según Carassai en los 60/70 los nativos de las islas se llamaban a sí mismos “falklanders” (81), malvineros podría ser entonces una traducción literal que ya usaban Gleyzer y Rozenmacher en sus crónicas, como antes lo habían hecho Juan Carlos Moreno e Hipólito Solari Irigoyen que viajaron a las islas en 1936-37 y 1957, respectivamente. Los Pichiciegos  no se refiere a ellos como “kelpers”, un término que era usual en 1982[16].

Quizá los 60 vuelvan también en la novela cuando el narrador relata que los británicos llamaban»jelps” a los nativos(114). ¿Acaso una lectura humorística de  la famosa “¡Help!” de los Beatles que llegó a Buenos Aires  en 1965? . ¿Acaso el peso de “¡Help!” también esté presente en el anagrama de “El Aleph” borgiano que da título a “Help, a él” , el cuento que escribe en 1983[17]?.

Para concluir: una evocación que hace en 1998 nos persuade de que quizá Fogwill  pensaba en Malvinas antes de Los Pichiciegos. Recordando sus viajes de publicitario exitoso, ya lejos de los 60, evocaba los vuelos sobre España cuando pasaban sobre Gibraltar,”… los argentinos mirábamos con ironía la seca tierra pensando en nuestras  islas del mar del sur”[18] (“Retrato”, 2010,24).

3.3.El Ché

La década del 60 presenció cómo  Ernesto Guevara  se convertía en un protagonista ineludible de la política latinoamericana. David Viñas creía que su muerte en 1967 había marcado  “el fin del fervor jubiloso con que los intelectuales jóvenes argentinos saludaron el proceso cubano y el consiguiente clima de digresión política”( De Diego,2003,66).

Pero paralelamente  Guevara comenzó a ser un autor muy leído, sobre todo su Diario del Ché en Bolivia(1968) y un personaje inspirador para la literatura que quizá inicia ese mismo año Mi amigo el Ché de Ricardo Rojo, un testimonio de la temprana relación que los había unido y que reveló para muchos jóvenes de la época ciertos capítulos  del itinerario vital y político de Guevara.

A partir de los diarios del Ché, Abaddon, el exterminador de Sábato publicado en 1974 creó el relato de un guerrillero argentino sobreviviente que lo había acompañado y sumaba diversos materiales como partes del ejército boliviano y  recortes de prensa.

 En Los Pichiciegos, el comandante de la revolución cubana y líder de la guerra de guerrillas llegará encriptado en el relato del escriba , “hace mucho un médico argentino aconsejó a los jóvenes dejar las ciudades y marchar a las sierras”(141).Una  referencia que retornará como “el Dr.Guevara de la Serna, un médico que vivió en Córdoba » en La buena nueva de los libros del caminante (1990,130).

En 1995,Fogwill relata que después de leer la novela un coronel le preguntó dónde había aprendido tanto sobre la guerra. Su respuesta fue: “aprendí con el único argentino que ganó una guerra en este siglo, y que además no egresó de la escuela de guerra sino de la facultad de medicina”[19].

Schvartzman(1996) lee la referencia al Ché en la novela  como una forma de fijar un pasado ya muy remoto, otra forma de “recontar” la historia, pero lo cierto es que Ernesto Guevara es el único personaje de la historia sesentista , indisolublemente asociado a la revolución cubana,  que Fogwill convoca en  1982  para  su relato de la guerra de Malvinas.

3.4. La literatura

¿ Qué explica el formidable desarrollo que tuvo la cultura en los sesenta ,los años de formación  de Fogwill?[20] . Algunos estudios marcan nuevas condiciones de producción y circulación de los bienes culturales, crecimiento económico, modificación sustancial de la dinámica social, profesionalización del escritor , ampliación del mercado ,novedosas formas de comercialización y difusión de la literatura(De Diego ,52).

Nuevos eran el público interesado ahora en  la literatura argentina, las numerosas revistas culturales y de crítica literaria que constituían  frecuentes ámbitos de discusión y editoriales- EUDEBA y CEAL y luego la de Jorge Alvarez- que diseñaban  productos para facilitar el acceso de lectores no tradicionales[21].

Como el arte, el cine y el teatro nacionales, la literatura tuvo su propio “ boom”, una palabra que inicialmente definió el éxito editorial alcanzado en esa época  por  la nueva narrativa latinoamericana creadora del  realismo mágico .

El escritor se transformó en un personaje de actualidad, asiduo visitante pero también colaborador de  medios masivos y de ciertos semanarios que  orientaban  la opinión de los lectores a través de la lista de best sellers y organizaban concursos literarios, ver Seminario de Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz.El cuento argentino,1981,fascículos  107 y 119.

Citando listas de best sellers de ese tiempo, Adolfo Prieto(1983), que fue un protagonista del campo intelectual y literario de los sesenta , dice que en los primeros años las figuras centrales eran Borges, Cortázar, Sábato y Viñas, señalando entre los “nuevos” a Germán Rozenmacher.

En la segunda parte de la década publicarán escritores que serán protagónicos en los 70, por ejemplo  Juan José Saer (Unidad de Lugar , 1967,Cicatrices,1969)  Ricardo  Piglia (La invasión ,1967) y Manuel Puig (Boquitas pintadas ,1969).

En 1982, las obras más exitosas eran Respiración artificial de Piglia y Flores robadas en los jardines de Quilmes de Jorge Asís ,ambas publicadas en 1980.

3.5. Las huellas literarias de los 60 en Los Pichiciegos.

Parto de la hipótesis de que es  posible registrar las huellas de cierta literatura sesentista en Los Pichiciegos ,aceptando que forman parte de “la guerra de escrituras” que practica Fogwill y que la parodia -que según los estudiosos puede cuestionar o exaltar del texto parodiado- ya era un rasgo definitorio de su estilo.

Si bien exigiría un abordaje más extenso, el siguiente análisis ofrece un aporte para estudiar la complejidad de la escritura de la novela, un rasgo que creo define su centralidad  en  la literatura de la Guerra de Malvinas.

3.5.1. Sobre héroes y tumbas (Sábato, 1962)

En los sesenta,Sobre héroes y tumbas había entronizado a Ernesto Sábato en el panorama literario. Reiterando motivos que ya estaban en El Túnel (1948)[22],la novela ubicaba en Buenos Aires, una ciudad que se representaba a través de sus tipos característicos, dos territorios paralelos. Mientras en las calles, la superficie,  se desarrollaba una historia de amor imposible, bajo tierra, en las profundidades, operaba una perversa asociación de ciegos.

Sobre héroes y tumbas incluía en su relato un episodio de la historia del siglo XIX, la trágica huida del general Lavalle.

La vigencia de Sábato como relator de una época se prolongó  con Abbadón , el exterminador , una novela publicada en 1974 que si bien estaba muy vinculada con  Sobre héroes y tumbas, presentaba temas nuevos. Por ejemplo recordaba  a una víctima real de la  dictadura de Lanusse y creaba otra, un personaje de la novela, cuyo cadáver era arrojado al río en una bolsa. Incluía referencias a sucesos de la época, la realidad mediática que creaba la televisión , personajes internacionales famosos y parodiaba a pseudos intelectuales de la clase media y jóvenes universitarios politizados.Pero también a Sábato como un personaje de la trama.

 En un trabajo anterior, ya señalé los vínculos que unen rasgos centrales del Mito Pichi, -la subterraneidad , la ceguera y la condición animal- con Sobre héroes y tumbas  , especialmente con el viaje ontológico de su protagonista Fernando hacia la unidad primigenia que narra el  capìtulo III“Informe para ciegos”(Mantiñan, “Leer a Los pichiciegos desde la parodia”,2018).

Los Pichiciciegos parodia la representación social que proponía  la obra sabatiana,focalizándola en los saberes de los Pichis y construyéndola a través de sus discursos. Pero también la creación del Mito Pichi y el delirante relato de nuestra historia reciente que hacen los desertores pueden  leerse como una parodia de nuestros  mitos históricos.

Quizá en un punto, el cuestionamiento a Sábato se intercepta con el ensayo intuicionista, tan criticado en las ciencias sociales sesentistas, que depositaba en  los mitos el origen de nuestra historia. En Radiografìa de la Pampa, Martìnez Estrada(1933) sostenía que el “sino telúrico” marcaba el principio y el fin de nuestras empresas. Quizá  esa concepción haya sorteado la parodia, o constituya su más triste capítulo,cuando los Pichis encuentran su final “…van a formar una sola cosa, una nueva piedra  metida dentro de la piedra vieja del cerro”(155).

Lo cierto es que donde la novela de Sábato ubicaba la utopía, el sur argentino, la novela fogwilliana construye una distopía que entierra la figura tradicional del héroe en la tumba colectiva de la cueva pichi.

Sobre héroes y tumbas recibió distintos comentarios de Fogwill a lo largo del tiempo, reconoció  la impresión inicial que le causó  y el  largo  olvido posterior para concluir  aceptando en 1998  que “la novela articula los mitos de la cultura argentina ,del año 30 en adelante”[23].

Es evidente que él depositó  en Sábato , que a fines de los 60 era un escritor exitoso y un personaje notorio, un cuestionamiento que superaba a sus obras y que incluía el sistema de consagración en el campo literario y el mismo funcionamiento de la república de las letras.

Baste recordar obras previas a Los  Pichiciegos: en “La cola”,un cuento fechado en  1974,que transcurre en el velatorio del Gral.Perón,  el narrador dice de uno de los asistentes, que  le hace recordar a Sábato, “trae algo de repugnante en la mirada, detrás de los anteojos.Un individuo despreciable…”(2009,55) .Escrita según Fogwill en 1977 o 1978,  Un guión para Artkino se desarrolla en una hilarante Argentina socialista, sovietizada, donde su protagonista, “el camarada Fogwill” ,cifra  en el “Informe de Sabatino” , obvia referencia a Sábato, las “potencias oscuras”de la censura estatal (2008,82)[24].

Originalmente, Los Pichiciegos tenía un subtitulo Visiones de una batalla subterránea que desapareció con el tiempo. Siempre pensé que desde ese subtítulo , Fogwill seguía polemizando con Sobre héroes y tumbas.

3.5.2..Operación Masacre ,¿Quién mató a Rosendo?(Walsh, 1957,1969).

Quizá sea oportuno  recordar que Los Pichiciegos ficcionaliza el testimonio que  un desertor de la guerra de Malvinas brinda a un escriba cuyo rol será  protagónico en la segunda parte de la novela. Y este hecho vincula la obra con otro dato de época: el género  testimonial se había  desarrollado ampliamente en la Latinoamérica de los 60/70, sus creadores pensaban que las exigencias de la  política concluiría limitando a la ficción.

Uno de ellos era Rodolfo Walsh[25] ,un exitoso autor de cuentos policiales en  años 50, que en 1957 publicó  Operación Masacre, una obra de investigación que reunía los testimonios de los sobrevivientes de los fusilamientos ordenados en 1956  por el gobierno de la llamada Revolución Libertadora.

En la década del 60, Walsh fue un protagonista del periodismo y la literatura.

Trabajó   en la agencia de noticias Prensa Latina en Cuba(1961-63) , dirigió   el semanario de la  combativa CGT de los Argentinos(1968-70). En  1965 publicó   Oficios terrestres que incluía  “Esa mujer”, quizá su cuento mas emblemático, ese mismo año incursionó  en el teatro con dos farsas antibélicas “La granada” y “La batalla”.En 1969 publicó ¿Quien mató a Rosendo ?,su segunda obra de investigación.

En ese tiempo , Walsh ya era un referente de los jóvenes intelectuales , una de ellos, María Teresa Gamuglio recuerda  irónicamente que así   como se interesaban en todas  las experiencias  vanguardistas ,»…al mismo tiempo proclamábamos a Operación Masacre como modelo a desarrollar por el arte nacional «(De Diego,28).

Lo cierto es que con Operación Masacre , el género testimonial adquirió  una configuración ejemplar que según Roberto Ferro , recibió también a partir de su tercera edición en 1969  y en consonancia con la radicalización política de la época, una lectura literaria que “aparece como  una dimensión privilegiada  que abre y posibilita otros recorridos  de significación»(1999, 140)[26].

A continuación enuncio ciertos rasgos definitorios de esa configuración ejemplar ,preguntándome si es posible leer su huella en Los Pichiciegos , una novela que  reitero,ficcionaliza el testimonio brindado por un desertor de la Guerra de Malvinas.

En Operación  Masacre,  los relatos de sobrevivientes descifran un misterio, un secreto, lo no-dicho  ni por el gobierno ni por la prensa. Las referencias de la novela fogwilliana sobre las carencias sufridas por los conscriptos y los abusos ejercidos por los oficiales constituían una revelación sólo anticipada por los testimonios de  Los chicos de la guerra (Kon, 1982).

La escucha del relato del testigo crea en esa obra  la incógnita sobre otras posibles víctimas. En Los Pichiciegos, Quiquito insistirá en que también existen, “¿Sabés estoy convencido de que había más pichis en la isla”(112).Y  le sugerirá al escriba que conozca a los padres del Turco, como hace Walsh con el padre de Livraga .

El receptor de los testimonios emite juicios sobre esa escucha: “ es matador escuchar a Guinta “ dice Walsh en Operación Masacre (2000,10 ).El narrador fogwilliano después de relatar cómo los desertores matan al oficial abusador :»Uno-suelo pensar-se alegra de que sucedan estas cosas”( 82).

La recopilación de pruebas: esencial  en la rigurosa tarea investigadora de Walsh, comienza a importarle al ,hasta ese momento, indiferente escriba de Los Pichiciegos . Verifica con un entendido en el tema el dibujo que hace Quiquito de los aviones  Sea Harriers que era imposible conociera. Quiere saber por ejemplo cómo perdura el miedo vivido en las Islas , entonces no vacila en dirigir el relato del testigo,»y ahora, guié”(95).

La referencia al libro en que se transforma la recopilación de los discursos de los testigos. Por ejemplo,Walsh se refiere a “este libro”( Operación Masacre) como el resultado de haber creído en el acto el testimonio de  Livraga (9). En Los Pichiciegos , el escriba entrega a Quiquito las primeras 112 páginas del libro “mal tipeadas por Lidia” (113),pero además “quise ver las primeras ciento treinta páginas  con Thony que comentaba libros en el diario de la Marina”,134[27].

Bastará con asomarse a ¿Quién mató a Rosendo? para percibir que el rol que tiene el grabador en la novela,una mediación entre el testimonio oral y la escritura,  también aparece en Los Pichiciegos.La cinta grabada es un territorio donde la voz del que  recibe los testimonios marca su presencia en el acto mismo de recogerlos. Walsh: “No.No.No.Usted siga contando nomás.Usted cuente todo lo que pasó”.El escriba fogwilliano: “Sí,grabó mi voz, todo igual (137).

Pero mientras Walsh elige la aséptica enunciación, por ejemplo refiriéndose al testimonio de Imbelloni:“lo que sigue es transcripción casi total de la cinta grabada” (1969,110), el escriba de Fogwill  plantea la mediación de la escritura “Sí está grabando…Pero igual anoto, no es lo mismo lo grabado que lo escrito te aclaré”(112)

En 1984, Fogwill celebrará la rehabilitación de la figura de Walsh :» …es un acto de justicia, Walsh-explica Piglia-introdujo un corte en la narrativa argentina y creó un nuevo género de literatura-verdad ,no reductible al periodismo ni al realismo social”(2010,78)[28] .

Lo notable para el propósito de este artículo es su referencia a los recursos que permitieron a Walsh fundar su género narrativa-verdad,» recuérdese Operación Masacre”,79 . No los explica, pero permiten pensar que  existía una reflexión sobre los mismos.

3.5.3.Manuel Puig(La traición de Rita Hayworth ,1968, Boquitas pintadas,1969)

En 1970, la revista Los libros hizo una encuesta entre escritores que eligieron Boquitas pintadas con la mejor novela publicada en 1969(De Diego,79). El peso de Puig en la escena literaria nacional, así como el de Saer y Piglia, crecería en la década del 70.

Schvartzman(1996)  se refiere a “la marca Puig » en Los Pichiciegos,señalando por ejemplo la enumeración que en Boquitas pintadas permitía  tipologizar personajes(“lo más temido, lo más deseado”) o  la técnica de recontar una historia (películas, cuentos).

En la novela fogwilliana , el registro oral de la enumeración  “lo más hablado por la tropa” [29] funciona como una versión fundante de la realidad. Asegura  una cuota de aceptación de todos, aunque de hecho niegue la realidad que están viviendo, “los comandantes creían que los pichis eran una superstición de la tropa, los pichis sabían que estaban cerca de ser esos muertos en vida que creaba el rumor” (79).

Un desertor que tiene el mismo nombre de Puig ,y luego se sabrá comparte su condición homosexual, narraba  según Quiquito “cada día, una o dos películas nuevas, nadie las conocía ¿Las estaría inventado él?”(92).

El  vínculo romántico  de ese desertor,el Pichi Manuel, con un inglés enviado por el enemigo a la pichicera, constituye la primera y por mucho tiempo, única relación sentimental que narra la literatura de la Guerra de Malvinas. Y tal vez, un diálogo de la novela con el discurso cinematográfico.

¿Acaso la descripción de los guantes de la nueva pareja argentino-británico no reproduce lo que hubiera sido un perfecto y elocuente primer plano?. “Los había visto caminar juntos por la cornisa,agarraditos de los guantes, tan distintos, los de Manuel-comunes, duros-… y los del Chavo , enormes…con el emblema de los paracaidistas británicos pintado sobre una estrella de metal negro”(110).

¿Acaso el final de la novela, que también  es el de la guerra, no es narrado como una película que concluye?- “ Era como en el cine, cuando se sabe que la función se acaba porque atrás ya andan los acomodadores estirando las cortinas,pero se desconoce cómo termina la película, quiénes mueren quieren pierden, quién se casa con quién”,(130).

Piglia dice que Toto (La traición de Rita Hayworth) busca recuperar la fascinación del cine,»quiere vivir esa ilusión, convertir en lenguaje un espejismo”(362).

¿ Por qué no pensar que las Islas son un espejismo que construye el lenguaje al decir de Piglia?. Y también por qué no recordar que el doble código de sexo y dinero que él señalaba en los pueblos pampeanos de Puig, tan insulares como las Malvinas, está muy presente en el testimonio de “la vuelta” de Quiquito.

Muchos años después, Fogwill se referirá a Puig y su tratamiento de personajes que había configurado el cine: “Puig hizo un arte de eso, Piglia una crónica”( 2010,290)[30].Quizá este reconocimiento explique que en Los Pichiciegos  la fascinación del cine también configura a las Islas en Guerra.

Conclusiones

La escritura de Los Pichicegos construye el  testimonio de un sobreviviente de la Guerra de Malvinas y simultáneamente un testimonio de los 60 , los años de formación de Fogwill. Así ciertas huellas  históricas y culturales de ese tiempo, que este artículo exploró en su itinerario vital y literario, transforman su configuración de las Islas en Guerra del 82  en un relato donde el pasado se actualiza como parodia  para resignificar el presente de la narración.

Al otorgarles funcionalidades diferentes a esas huellas sesentistas que implican una desacralización de las convenciones políticas y culturales de la década, el narrador también formula un juicio sobre su vigencia o caducidad.

Haciéndolo, define algunas de las muchas batallas que la novela libra y gana. 

Siguiendo al  Fogwill de 1982 y su posicionamiento en la literatura nacional citaría su triunfo sobre  los principios rectores del canon sesentista,el riesgo de que la guerra de Malvinas se transformara otro mito de nuestra historia, en un nuevo capítulo del ensayo ontológico .O sobre  el realismo tradicional al que opone un nuevo verosímil donde la parodia constituye un rasgo central.

Pero  creo que la lectura de la memoria sesentista convocada por el narrador y por el escriba,un claro alter ego de Fogwill,  también tiene otra lectura.

Porque tanto la historia de los desertores en las Islas como el relato de Quiquito en el continente,hablan de un tiempo nuevo, muy lejano a los 60. Los Pichis han crecido durante el proceso militar, la violencia que signó sus vidas -desaparecidos, vuelos de la muerte-,  ahora los reduce a vivir en una cueva, luchando por sobrevivir tan distantes del rigor bélico argentino como del inglés.La misma comunidad que construyen en las Islas tiene una representación  política y cultural que hablaba de otros valores y preferencias.

Y si los Pichis emblematizan lo inenarrable de la guerra del 82, el relato de Quiquito , el único sobreviviente, anticipa  “la otra guerra” que es como los excombatientes denominaron a la indiferencia y el rechazo que recibieron al regresar.

Para configurar ese presente trágico, tan nuevo, tan inabordable,  Los Pichiciegos recupera una época clave de nuestra historia , central en la vida de Fogwill. Y deposita  en la parodia un juicio-su propio juicio- sobre ese pasado.Así la novela  se  transforma en un doble territorio de cuestionamiento.

Porque en 1982  el  relato sobre  los desertores pichis desafió las  convenciones- literarias y mediáticas-del relato bélico, con  una narrativa que simultáneamente desacralizaba ciertos  consensos construidos en los 60.

La notoria influencia que Los Pichiciegos ejerció y ejerce ejerce  en las obras inspiradas en la guerra del 82,  quizá revele que cuestionar, una decisión que hace cuarenta años tomó la novela,  sigue siendo hoy  una forma lúcida de pensar las argentinas Islas Malvinas.

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Notas

[1] Ver 2. La Argentina de los 60, los años de formación de Fogwill.

[2] En 1984, Fogwill definirá esa estética que cree fundada por Leónidas Lamborghini en la década del cincuenta y que tiene sus mejores expresiones en Osvaldo Lamborghini, Cesar Aira y Alberto Laiseca, “carácter común de estas obras  es la explicitación del poder, del deseo y del dinero en el proceso narrativo  y el reemplazo de la ´supersticiosa ética del modelo borgeano de público´  por una furiosa estética basada  en los goces del poder y la sumisión”, “Política pública y literatura confidencial”.Primera Plana.Nro.54,1984, 2010,124-125. A partir de ahora y siempre que no se indique lo contrario, todas las observaciones de Fogwill pertenecen a artículos periodísticos y/ o entrevistas publicados  en  Los libros de la guerra, Mansalva, Buenos Aires, 2010.

[3] Memoria Romana y otros relatos inéditos, una  publicación  póstuma, recoge anotaciones del escritor durante la guerra que el prologuista Elvio Gandolfo define como un “backstage o trastienda “de Los Pichiciegos (2018,17).Allí, día a día, desde el24/3 hasta el 7/6 /82,   el escritor  registra las noticias de la guerra, su dolor como padre, “lo que más me duele es pensar que mis hijos van a sufrir la derrota. Otra derrota. Me duele eso. Más que el frío y las heridas y las humillaciones que estarán sufriendo los conscriptos”, 118.Pero también “Si ´Música´ no sale ya, todos pensarán que el cuento de la guerra lo escribí para esta cuestión de las Malvinas”, 116, “Horacio dejó un cheque de diez millones, el 5% de la deuda. Necesito no menos de cincuenta millones para llegar a junio sin problemas”,119.

[4] “Fogwill fuma bajo el agua”.Entrevista de Agustìn Valle, Rolling Stones,Junio, 2007,2010,328-336 .

[5] Leyendo la obra, Américo Cristófalo señala la implícita renegación del padre como constitutiva de América y su condición de campamento “gobernado por determinaciones ahistóricas, mitos, venganza,temor, odio al otro.Marca  que Murena creería también que América es “ la metáfora del hombre nuevo que regresa del pasado” y depositaría en ese retorno un efecto redentor que liberaría la culpa del pasado original,1999, 111-112.

[6] En la carta, publicada en la revisa Qué , Walsh responde a un artículo de Murena y condena como aristocratizantes su visión social y literaria.

[7] “Nota autobiográfica «publicada por Mondadori en oportunidad de la edición española de la obra reunida del autor en 1998”, 2010, 21-31.

[8] La crítica literaria asoció esta obra por ejemplo  a El hombre en el castillo, Philip L.Dick, 1962, que creaba un escenario mundial  donde la II Guerra había concluido con el  triunfo  del Eje. Pero también marcó la influencia de la anticipatoria 1984, George Orwell, 1949.

[9] A partir de ahora y siempre que no se indique lo contrario, los relatos fogwillianos  tienen la fecha que les dio el autor en Cuentos completos, publicado por Alfaguara en 2009.

[10] En el cuento ,la referencia a los  espejos y a los “profesores spencerianos” hacen pensar en un cuestionamiento a la visión de las guerras civiles del siglo XIX y el culto al coraje de sus antepasados Como su padre, Borges admiraba las teorías de Herbert  Spencer, un promotor del anarquismo individual.

[11] La gaceta del porteño, 1982, 2010, 41-43 : Fogwill firmó este artículo con el pseudónimo Carlos Dagerl, compuesto con un anagrama de “Gardel”. El analiza  el panorama mundial después de la Guerra Fría: advierte  que ahora rusos y norteamericanos “exportan «sus diferencia  sin enfrentarse entre sí y señala que mientras no haya  guerra este-oeste, EE.UU. resolverá  cualquier otro conflicto con ocupación territorial. Más allá de su visión geopolítica, lo significativo es cómo lee cuarenta años de la guerra fría que habían polarizado el mundo y además había despertado intensas polémicas, por ejemplo en la Facultad de Filosofía y Letras donde él estudió,2010, 41,42,43

[12] Profética la reflexión de Rozenmacher sobre las Islas: “para muchos una abstracción que algunos presidentes acosados utilizan cada vez que quieren  tender cortinas de humo”,705 .

[13] Autor de Como los poetas le cantaron a Malvinas ( 1978), que recoge la poesía inspirada en Malvinas desde 1833.Este libro fue durante mucho tiempo una de las pocas obras, sino la única,  que reunía esta información.

[14] “Una vez un teniente habló en la isla  de que los oficiales  tendrían que hacer como San Martín y un capitán le dijo que a San Martín, en las Malvinas, se le hubiera resfriado el caballo”, 132

[15] ¿Dónde estaban los Pichis?. La referencia al Fitz Roy (31, 110) y a las estancias inglesas ( Gough y  Percy,97,Burgin,99) nos hacen pensar en el sudoeste de Puerto Argentino, más precisamente en Darwin-Goose Green que  fue una zona donde los soldados del ejército argentino tuvieron proximidad con la población isleña hasta el desembarco de los ingleses el 21 de mayo  en el estrecho de San Carlos, ver Partes de guerra , Speranza y Cittadini, 2007. Allí se libró la primera batalla de la guerra y se concretó la primera rendición.Posiblemente “Pradera de Ganso”, su nombre argentino, fue también la primera zona en conocerse a través de los reporteros que viajaban en la flota inglesa, como el famoso Robert Fox.

[16] Según Carassai, ya en la crónica realizada en 1963 por el semanario Panorama ,un isleño se llama a sí mismo “kelper”, el nombre de un alga común en las Islas, indicando su no pertenencia  ni a Inglaterra ni a la Argentina y enfatizando el estado de abandono de la población isleña, 2022,55

[17] Para dar una idea de la difusión de “Help”:en 1966 se estrenó “Help, Valentino”,protagonizada por Carlos Perciavalle , obra considerada como el nacimiento del café concert en nuestro país.

[18] Recordemos que en 1969 España cierra su frontera con Gibraltar, generando una crisis diplomática con Inglaterra , dejando literalmente  incomunicado al Peñón y cancelando el permiso de trabajo a miles de españoles. La medida durará trece años.

[19]“Nuestro espacio literario varìa con accidentes como el viento”,entrevista de Danilo Alberó–Vergara, Maniático textual, 2010,284.

[20] Quiza me exima de mayores desarrollos los títulos con que aborda la época la Historia crítica de la literatura argentina dirigida por Noe Jitrik, La irrupción de la crítica,1999 ,dirigida por Susana Cella (vol  10) y  La narración gana la partida dirigida por Elsa Drucaroff, 2000, (vol  11).

[21] En 1960, Eudeba vendió en quioscos callejeros la Serie  del Siglo y Medio, cuatro libros de escritores argentinos casi al precio de uno. También lo hizo a partir de 1967 Ceal con su Capítulo Historia de la literatura argentina .Eran entregas periódicas coleccionables que incluían un libro y un fascículo que desarrollaba un estudio crítico (Rivera, “Apogeo y crisis de la industria del libro :1955-1970”,fasc.99 de Capìtulo,1981).Notable, junto a este fascículo, se entregaba Cabecita negra de Germán Rozenmacher.

[22] El éxito de Sobre héroes y Tumbas permitió El Tùnel que habìa pasado casi desapercibido en 1948, se reeditara con gran éxito.

[23] “Realismo, historia y folletín, en Sobre héroes y tumbas  de Ernesto Sábato». Diálogo con Alejandro Margulis  para Los libros de los argentinos .Ed.El Ateneo ,Buenos Aires,1998, 2010, 175-183,180.

[24] En la obra ya aparece  Gil Wolf , anagrama de Fogwill, claro alter ego del escritor,que en un futuro será un personaje de su narrativa y también el nombre con que firme algunos artículos periodísticos.

[25] En 1973 le dice a Ricardo Piglia en una entrevista “es probable que la ficción esté llegando a su esplendoroso final “, García, V.(2018).»Testimonio y ficción en la narrativa argentina”.

[26] Operación Masacre fue publicada en 1957,1962,1969 y 1972 , en cada reedición Walsh practicó cambios.  Uso una edición del año 2000 de Ediciones de la Flor que es la vigésima que realiza la editorial desde 1972.

[27] ¿Cómo  saber si Thony  refiere a un personaje ficcional o su mismo nombre es una broma porque remite a El tony,la famosa revista de historietas para jóvenes y adultos que Editorial Columba publicó desde 1928 hasta mediados del 2000?

[28] “Espejismos políticos, espejos literarios”, Primera Plana, junio de 1984.Refiriéndose a Recuerdos de la muerte de Miguel Bonasso, sostiene que usa los mismos recursos empleados por Walsh para fundar su género narrativa-verdad  son utilizados  en esta obra , que califica como excelente,para  crear la narrativa -mentira .Sostiene que Walsh no la  creería “Y estaría imaginando una novela-verdad que contase por qué Bonasso necesita contar la historia de esta manera”,79

[29] En Los Pichiciegos:”lo más hablado por la tropa”,78-79,incluía las quejas de la tropa, referencias a los británicos, los pichis y esas desaparecidas ,las monjas “con acento francés»cuya aparición se transforma casi en una epifanía joyceana  en el relato del Pichi García ,”había corderos con ellas, las seguían”(75).

[30] “Nuestro espacio literario varía con accidentes como el viento”, entrevista  a Danilo Alberó Vergara , Maniático textual, 1995,284-292.

Este artículo y «La presencia de Horacio Quiroga en Los Pichiciegos de Rodolfo Fogwill” proponen una nueva lectura de la obra al cumplirse 40 años  de su publicación.


Autor: A vos te falta Malvinas

Profesora de enseñanza normal, secundaria y especial en Letras, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Magister de la Universidad de Buenos Aires en Literaturas Española y Latinoamericana. Trabajó como asistente de programación en Radio Nacional y ejerció la docencia en la Facultad de Filosofía y Letras(UBA). Como integrante del Seminario de Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz participó en la realización de fascículos, antologías, artículos, bibliográficas y el libro “Las huellas de la imaginación”. En la actualidad lleva a cabo la investigación “Nieblas de Malvinas. Algunas formas narrativas de las Islas”

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