La literatura de la Guerra de Malvinas en algunos periódicos de 2012.

Graciela Mantiñan

20/2/22

Este artículo se propone examinar  cómo  registraron algunos periódicos la literatura inspirada en la Guerra de Malvinas, al cumplirse su trigésimo aniversario. Focalizada en sus discursos, los estudio como testimonios de una época donde la evocación de la guerra del 82 estuvo cruzada por significativas tensiones político-culturales Para desarrollarla  examino qué criterios  definieron  la elección de las obras y el abordaje de las narrativas ficcionales, sus   coincidencias y  diferencias. Exploro la  posibilidad de  que  esa literatura ya tuviese  un canon virtual o por lo menos, juicios críticos dominantes. Abro el interrogante sobre el vínculo que esos artículos establecían con las Islas, su historia y su presente. Anna María  Guash (2011) decía que los documentos de un archivo funcionan como un memorándum, quizá leer  los juicios críticos que en 2012 recibió la literatura de la guerra contribuya  hoy a seguir pensando las argentinas Islas Malvinas

1. El itinerario de una búsqueda.

Los artículos periodísticos  elegidos – concentrados en las  ficciones inspiradas en  la guerra- constituyen sólo una pequeña parte del  gran archivo que guarda  todas las  narrativas  periodísticas que  en 2012 evocaron la  Guerra de Malvinas. Mi único propósito es abrir interrogantes, sé que las respuestas sólo pueden brindarlas una investigación que  incorpore periódicos de circulación nacional y provincial.

Al iniciar este trabajo tuve presente que  Horacio González consideraba al archivo  como una apertura a una teoría de la cultura, “que repara en un especial cuidado  por las condiciones de producción de los textos resguardados”. El creía que tomar “sus aspecto vivos » podría reponer el sentido oculto de las contiendas culturales, más aún afirmaba que  “del archivo como pasión incontenible y  de su ´vástago ilegítimo ´, el ensayismo social y literario, surge el balbuceo indetenible de la teoría de la cultura argentina, hasta hoy”,2021,85.

Leídos como narrativas, los artículos elegidos constituían un testimonio de época, la visión de algunos periódicos del  registro literario del conflicto del 82. Tampoco podía obviar que ellos coexistían  con otros artículos referidos a la literatura inspirada en la Guerra de Malvinas  que  ya había estudiado en “En los periódicos del 2012, Malvinas fue un relato en disputa» ,Mantiñan, 2021. 

En esa época fueron numerosas las bibliográficas que  informaban  la reedición de textos clásicos y la aparición de nuevas obras, entre las que se encontraban las de colaboradores de Clarín y Perfil que recibieron amplia difusión. Inclusive  Perfil había reunido a varios autores que publicaron ese año [1] en un extenso reportaje “Un debate de escritores a tres décadas del conflicto. Malvinas, una herida abierta que aún no cierra «,18/3,58-60.

Esta operatoria me hizo recordar la observación de Noé Jitrik cuando señalaba  entre los productores del canon a la universidad, el periodismo, los editores, los “vendedores «que asumiéndose como vehículos del punto de vista del “público” sugieren lo que “debe ser escrito «. Y la crítica literaria que “sabe distinguir lo que está bien o mal hecho, los que otorgan premios o los justifican» (1996,4).

Si bien mi tema no era el canon, decidí  extrapolar libremente esta idea y  preguntarme qué  coincidencias  podía registrar en los abordajes que hacían los  artículos  elegidos. Siguiendo a Jitrik, exploré la  vasta producción crítica sobre la literatura inspirada en la Guerra de Malvinas que ya había en 2012 y que era  mayoritariamente obra de profesionales universitarios

 Mi tesis  A vos te falta Malvinas(2015)  había citado los trabajos iniciales sobre el tema: la visión de Los pichiciegos de Fogwill(1983) ,considerada novela fundante de la visión de la guerra del 82, como una farsa (Kohan , 1999), la asociación del relato testimonial con la versión del lamento (Kohan ,Blanco ,Imperatore,1994 y  Molina, 2008), la ausencia e imposibilidad de un relato épico de la guerra (Vitullo , 2007) y la idea de que la guerra no podía ser heroica en la literatura ya que ella la configuraba  fuera de la lógica de la causalidad y del tiempo(López Casanova, 2008).

Y también incluía  el artículo que Elsa Drucaroff publicó en 2007 en Perfil donde planteaba a la  guerra de Malvinas  como un hecho que variaba  su función en las obras de jóvenes que  comenzaron a escribir en los 90 y que “el 2 de abril vivieron la primera fecha significativa para su vida consciente”,10.Frente al silencio de la sociedad de la época, sus obras, según la autora, se habían hecho cargo  de las secuelas  traumáticas de la guerra, ver Mantiñan, 2015, Introducción .La crítica literaria,  8-11,13-14.

Varios de los autores  citados en los artículos pertenecían a esa generación  que posteriormente, Drucaroff  llamó la nueva narrativa argentina (2011).

En 2012 algunos de esos juicios ya  estaban incorporados a numerosos abordajes críticos sobre ciertos temas, otros   estaban en discusión. Por ejemplo  Vitullo depositaba  en las ficciones inspiradas en la contienda la posibilidad de desarticular los supuestos hegemónicos y los lugares comunes en torno a la Guerra de Malvinas, una posibilidad que no tenían los testimonios. Pero en 2009 Lara Segade  afirmaba  que  existía un  vínculo entre ficciones y testimonios, sosteniendo que Los pichiciegos (Fogwill) y Los chicos de la guerra (Kon,1982) eran “obras fundacionales y de referencia en los dos modos de contar la guerra «, una idea que amplió en 2017 en su tesis Relatos de Malvinas en la cultura argentina (1982-2012) ,2016.

Ahora bien, ¿qué se discutía en 2012 sobre la evocación de la guerra? El ya citado reportaje de Perfil  a autores que habían publicado sus obras ese año, ofrece algunos datos .Lorenz reconoce  que en la discusión sobre lo sucedido en Malvinas se mezcla una cuestión  identitaria nacional y la guerra y discrepa con Dobry y Gallardo que  piensan que  el tema no preocupa a la sociedad, sino que es un agenda impulsada por el gobierno. Niebieskikwiat  cree que la cuestión  Malvinas está atrapada por una fuerte polarización  política que padece el país, “algo así cómo ´dime qué piensas del conflicto te diré en qué bando estás ´ sos K o anti K, por la cuestión Malvinas”,58.

También se refieren por ejemplo la desmalvinización  y la remalvinización,  el reconocimiento a los excombatientes, la presencia de represores de la dictadura en las Islas durante la guerra, el recambio generacional ( los hijos de los ex combatientes),  los reclamos de la Argentina  que según Niebieskikwiat deberían  incluir  “cómo encarar una tierra cuyos pobladores no nos quiere”,59.

Esta breve referencia permite asomarse a las tensiones político- culturales que cruzaron la evocación del trigésimo aniversario y operaron sobre la visión de la guerra y de las Islas. De ahí que sumarla a los juicios críticos sobre la literatura de la guerra, quizá contribuya a  comprender mejor el panorama de la época en que se publicaron los artículos.

Si bien este trabajo nos aborda el tema del canon, fue inspiradora la idea de Mignolo (1998) señalando que el canon es articulado por comunidades vocacionales y epistémicas. Las primeras, los “vocacionales” encontrarían en el canon la confirmación  histórica de los  valores culturales que comparten sus miembros y las segundas, los “académicos”,  la hallarían en la fundación histórica y la justificación actual de la disciplina

Finalmente, este artículo se cierra con un breve apéndice que cita como otro testimonio de época, algunos  artículos periodísticos sobre la literatura inglesa inspirada en la guerra del 82.

2. Entre la vocación  y la episteme.

2.1. Clarín

El 2 de abril, Julián López publicó “A treinta años de Malvinas, la literatura vuelve a interesarse en el enfrentamiento armado del Atlántico Sur. Libros nuevos y viejos para contar la guerra” , un breve artículo que suma comentarios, novedades editoriales y  reediciones, 33.

López exalta entre los libros “viejos «a Los Pichiciegos de Fogwill, “un testimonio visionario de los excombatientes que recrean el mito griego de la joven Perséfone » y Las Islas de Gamerro ,1998, que cuenta “el derrotero narcótico de un excombatiente «a lo largo de un continuo de nuestra historia reciente», 33.

Plantea que luego de ambas obras, “la potencia silenciadora del trauma  parece haber acallado las voces hasta ahora” y cita las nuevas obras- Segunda vida (Orsi, 2011) y la antología  La otras islas (2012) -que “nos interpelarían”. Adjudica a  la segunda,  un compilación de relatos, la instalación de una clave para comprender “la marca social que dejó la guerra: la identidad del excombatiente es absoluta y arrasa con cualquier otra subjetividad posible” .Y  agrega obras editadas ese año La balsa de Malvinas (Daversa), Malvinas entre la ilusión y la pérdida (Plager y Fraga Vidal), Montoneros o la ballena blanca y La guerra del gallo (Ginot, 2011).

La publicación incluye una info “Nuevos ensayos, investigaciones y reediciones sobre Malvinas”, cuya primera línea es casi un juicio de valor “la ficción no es la única que habla de Malvinas”[2].

Leído hoy como un testimonio de época,  en su  configuración de la literatura de guerra podrían reconocerse juicios que quizá Mignolo llamaría “vocacionales”. Por ejemplo, hoy le respondería la episteme a su afirmación sobre el  silencio que siguió a Las Islas, según la investigadora chilena Souto (2018) en ese período  se publicaron  ocho obras narrativas, entre ellas por ejemplo las novelas de Martín Kohan (Dos veces junio, 2002, Ciencias Morales, 2007) y el relato testimonial  Los viajes del Penélope (Herrscher, 2007).

Más contundente sería Segade que en su tesis sostiene que entre 2007 y 2012, es decir el período que separa el vigésimo quinto del trigésimo aniversario de la guerra, se produce una suerte de “boom editorial malvinense”, 153, señalando el interés que comienza  a despertar Malvinas en ámbitos que hasta ahora le eran indiferentes, como  por ejemplo las novelas históricas, las juveniles y la literatura infantil.

Y si bien López reconoce que “la ficción es un recurso que da cuenta de los conflictos de una comunidad”, construye una visión de la literatura de la guerra autónoma, escindida de conflicto abierto que siempre han representado las Malvinas en la cultura nacional. Hoy podríamos preguntarnos si la tensión de ese conflicto  no inspiró obras que en cada época leyeron  la guerra desde diferentes perspectivas .Y nutrió la vitalidad  de  motivos  literarios “viejos” como la  identidad de los excombatientes o la ampliación de “nuevos”, como el protagonismo de sus hijos o  aquellos que eran niños al desencadenarse la guerra.

2.2. Perfil

El 1ro.de abril, la sección Cultura de Perfil publica  un suplemento  especial  que incluye  “Malvinas: la guerra en su literatura”, con un artículo de   Ezequiel Alemián  y pequeñas fotos de las tapas de  libros de ficciones-sólo dos son obras poéticas – que articularían la literatura de la guerra del 82,8-10. Una info (“Más islas y otras islas”) alude a lanzamientos recientes  con  observaciones interesantes, 9[3].

Alemián  comienza  planteando  que  la guerra de Malvinas y la literatura se llevan mal, “como si no se entendieran o quizá por eso”, 8. Realiza una ligera revisión de  esas obras literarias donde propone por ejemplo: pensar Los pichiciegos de Fogwill como la creación de un lenguaje ,establecer  su  continuidad  en Una puta mierda de Pron(2007),una obra que  plantearía “la macroeconomía de la guerra contemporánea”,  leer “la fenomenología de la espera”  en  Trasfondo de Patricia Ratto(2012), una novela que transforma a la guerra en una “experiencia fantasmática”.

Para el crítico,  las obras citadas  de Fogwill, Pron, Sampolesi(Malvinas, 2010) y Gamerro, a cuya novela Las Islas define como“joyceana”, “tal vez sean lo más original que ha hecho la literatura con Malvinas”, 9.

Plantea que probablemente el malestar que traduce la literatura sobre Malvinas tenga que ver con el drama histórico que nunca parece terminar de estar “correctamente “ planteado y señala la dificultad que encuentra la misma literatura para asumir y narrar ese trauma, sosteniendo que  puede pensarse que ambas cosas en realidad son lo mismo ,10.

Como testimonio de época podría registrarse un diferencial, me refiero al conflicto existencial que cruzaría literatura de la guerra. Primera observación: los juicios sobre nuestros dramas, como la guerra del 82, son inseparables de las ideas políticas que los inspiran y que a veces, según el devenir de la historia logran instalarse en la memoria colectiva. Segunda observación sobre la capacidad de la literatura para asumir el trauma, ¿no es propio de la literatura recrear permanentemente sus temas, por más que en determinados períodos algunas obras los formulen magistralmente?

Más reflexivo e informado que otros artículos, Alemián escinde la literatura de la guerra del 82 de la historia de Malvinas y la define como un territorio insular cercado por  un  problema  histórico-discursivo. Leído hoy abre el interrogante: ¿ no estará el origen de esa condición en ese conflicto abierto que representan las Islas en la cultura nacional?.

2.3.Página /12

Realmente  controversial el aporte de «Reelecturas de Malvinas», el artículo que Mario Goloboff publicó el 2 de abril de 2012, donde marca una contradicción entre libros inspirados en acontecimientos como Malvinas operando  una “puesta al día de la literatura con la historia, con el presente, con la realidad” y  el hecho de que la inmediatez conspire a veces con la profundidad, 4.

Crea una lista que define como   “rescatables”: Soldados de Gustavo  Caso Rosendi(2009) donde pondera la mediación de la experiencia que operaría la mejor literatura argentina y extranjera, citando entre otros, a T.S.Eliot, Apollinaire, Ungaretti, etc.

Plantea  lo anti convencional de “Todo el poder a Lady Di” de Néstor Perlongher (1982) como una visión no política sino poética de la situación, un agudo enfoque de género que subraya el carácter despótico del poder. Recupera las preguntas que genera “Juan López y John Ward”, el poema de Borges (1982) que abriría interrogantes sobre por ejemplo cómo representa su propia identidad argentina. Supongo que es una decisión del articulista   no aludir a “Milonga del muerto”, el poema que Borges incluyó en Los conjurados ,2005

Quizá quede como un testimonio de  época-“cómo debe construirse la literatura de la guerra”-  este   juicio muy personal sobre  la escisión  entre el vínculo funcional que uniría  literatura e historia o entre la  mediatez y la profundidad para leer la Guerra de Malvinas. Los  autores citados por Goloboff, que han contribuido enormemente  a la imagen narrativa de las Islas en guerra, operaban sobre la realidad de su tiempo . Y excepto Caso Rosendi, publicaron sus obras durante o inmediatamente después de la guerra.

3. Otras formas de pensar Malvinas y su literatura.

En 2012, los artículos  periodísticos de  Carlos Gamerro y María Rosa Lojo  ofrecieron un aporte diferente, quizá porque eligieron abordajes no convencionales.

3.1. Carlos Gamerro, autor de Las Islas aborda  el tema de las Malvinas, algo no usual en los  artículos de la época, y realiza una configuración de las mismas leyendo a Shakespeare[4].  Cita   la reflexión del capitán noruego  en Hamlet [5] sobre el ataque de Fontinbras a Polonia,»…vamos por un pedazo de tierra que no vale más que por el nombre”.  Y  la  pregunta de Hamlet: “¿…realmente vale la pena morir por la fama o por un pedazo de tierra que ni siquiera alcanzaría a enterrar a los muertos?”, 55, “Shakespeare en Malvinas”, Perfil, 8/4/12,53-57[6]

Su primer planteo, “tomando los argumentos al pie de la letra”, es que el valor de Malvinas   residiría “… no tanto en ellas mismas sino en el hecho de haber luchado por ellas”, 53.

A partir de la construcción del valor simbólico de Helena como causa justificante de la Guerra de Troya en Troilo y Crésida,  Gamerro  concluye que  las Islas estarían  en el  terreno de los valores supremos de la patria, 56,  señalando  que  este  posicionamiento  no remitiría   a un espontáneo sentimiento popular sino en una construcción deliberada y permanente de las instituciones educativas (sobre todo la escuela primaria) y de los medios de difusión . Pero  acepta, el pueblo la hizo suya.

En la misma historia nacional  encuentra otra fuente de valor para Malvinas que residiría paradójicamente  en el hecho de haberlas perdido dos veces. Argentina se pensaría como “…un país que ha perdido, o ha sido despojado, de mucho de lo que era suyo”. Atribuye a “una forma de pensamiento mágico” la idea de creer que «cuando las recuperemos  todo lo perdido volverá a ser nuestro, también lo que nunca fue nuestro pero debería haberlo sido”. “Las islas se han convertido en nuestro Santo Grial, nuestro santo sepulcro, su recuperación, es la gran epopeya nacionalista” ,56.

Asociada a esta idea de pérdida aparece el reclamo por la integridad territorial  que cuestiona a partir de otras pérdidas aceptadas, como las islas del Beagle. Advierte que “el  problema de los argumentos emotivos es que sólo convencen a quien los esgrime”,56.

La hamletiana referencia  a los que morirán próximamente» por una fantasía y un ardid de la fama”, 56, introduce su reflexión sobre  el dilema en que estarían atrapados los excombatientes: “O milicos fachos o pobres víctimas, 57”.Sin embargo, cree que hay otro lugar posible, otro heroísmo si se quiere: el de la solidaridad que practicaron durante la guerra.

El escritor que reconoce que “se ha hablado mucho en el último tiempo de ´separar´ la guerra del reclamo de soberanía”,  pero señala que el   respeto por la experiencia de los soldados que fueron a Malvinas “…también debe ponerse en la mesa de negociaciones”, 57. De hecho está planteando que los protagonistas de la historia reciente de Malvinas construyen  una nueva configuración de las Islas que coexiste  con  su valor simbólico,  

Desde la tradición literaria británica y la historia argentina, el planteo de Gamerro habilita observaciones.

La  percepción de las Islas  sí fue negativa en los discursos ingleses:  la inició  Samuel Johnson en el siglo XVIII, se prolongó en Aldous Huxley y llegó inclusive al  almirante Sandy Woodward ,jefe del desembarco británico en el 82[7],  hasta la guerra  nuestra literatura había construido  una configuración romántica de Malvinas que inclusive sacralizó  aspectos  descalificados en los discursos ingleses[8].

El valor simbólico de las Islas comenzó a construirse en 1833  y recorre toda la historia argentina, quizá porque  lejos de ser un argumento emotivo, el colonialismo fue- y es -una realidad concreta. A partir de 1880, las instituciones educativas promovieron  diferentes prédicas y muy pocas alcanzaron la vigencia que tuvo la Causa Malvinas. Ese pueblo que la hizo suya, como dice Gamerro, aceptó  pérdidas territoriales que van desde el Uruguay hasta las islas del Beagle de las que habla el autor.

Rosario Guber (2012) que estudió críticamente la asociación entre el símbolo “nación” y actores políticos de formación ideológica autoritaria, brinda una respuesta superadora a la cuestión. Reflexionando sobre el “Operativo Cóndor” de Dardo Cabo en 1966, durante la dictadura de Onganía, advierte que ya “…para 1966, las Malvinas eran un asentado símbolo nacional, pero en modo alguno representaban una postura ideológica definida ni estaban encerradas en las instituciones escolares. Estaban sí entramadas en la lucha política”, 26.

Interesante como testimonio de época, se puede acordar o no con Gamerro, pero  su planteo  abre una discusión que permite superar   los  leit motivs de la época, algo  que el escritor  pareciera reconocer finalmente, “terreno pantanoso el de Malvinas. Cuando uno cree estar pisando en firme, aparece la ciénaga”.

El 10/6, Página /12 publica  “El eterno retorno” donde Gamerro vuelve al tema de las narrativas  inspiradas en la guerra de Malvinas, estableciendo  los nexos que la unirían con el regreso, un motivo  que desde el Martín Fierro  recorre la literatura argentina (Radar Libros, p. 25-27).

Asumiendo  que la decisión de los excombatientes de  volver a Malvinas es “algo más difícil de prever y entender, al menos para los que no fuimos a ninguna guerra “, 25, revela que  haberla conocido en  una  entrevista con excombatientes en el 92 cuando estaba trabajando en Las Islas, cambió el tratamiento de  su protagonista  Felipe Félix.

Señala que el regreso   está ausente en  ficciones literarias protagonizadas por desertores como “La soberanía nacional » de Rodrigo Fresán(1991)  y «Memorándum Almazán » de Juan Forn(1992)[9], pero  sí  la registra en los testimonios  de excombatientes  como Oscar Poltronieri (Partes de guerra, Speranza y Cittadini,2007) , Fabián Bustos (Los chicos de la guerra ,Kon),Edgardo Esteban (Iluminados por el fuego, Esteban y Borri).

Citando a Poltronieri[10], cree que  el regreso aparece primero como una  forma de negar o redimir la derrota  y piensa que en  “Malvinas, diario del regreso” de Edgardo Esteban[11] también puede “…tomar  la forma de una peregrinación a Malvinas. Si las Islas no vuelven a nosotros, nosotros volvemos a las Islas”, 26.

Registra  el peso del regreso  ya en el 82 en los testimonios de excombatientes, “porque con el regreso a casa, el viaje recién comienzay advierte que con  el retorno  crece en ellos el recuerdo de la guerra, “se vuelve más vivo y candente”, “como el exiliado, el excombatiente puede terminar por no saber cuál es su  patria verdadera, como el exiliado, debe regresar para descubrirlo”, 27[12].

El cerrará luego su artículo con un verso del poeta excombatiente Caso Rosendi: “Los que todavía soñamos/ Con regresar algún día”.

En la literatura inspirada en las Islas, Gamerro lee  la  configuración de Malvinas  en dos metáforas,  la patria como cuerpo y la patria como familia.

Remite el origen de la  primera  a José  Hernández (1869) aludiendo a la usurpación inglesa “es como  si se nos arrebatara un pedazo de nuestra carne”, 26.Encuentra esa metáfora de la patria mutilada o castrada en  H.,  uno de los excombatientes de Los chicos de la guerra, que niega la amputación de sus testículos y sigue repitiendo  “que él estuvo en la guerra de Malvinas”,26. Para Gamerro:”si la pérdida se vive como mutilación, el regreso instaura  sin duda lo perdido”.

“La hermanita perdida” de Atahualpa Yupanqui (1971) ejemplificaría  la otra metáfora, la patria como  familia, “la incorporación de las islas al territorio nacional está concebida como un regreso familiar”. Y cita a Julieta Vitullo[13]: padre y patria, potestad y soberanía pueden ser términos intercambiables” ,26

Advierte qué cambió la guerra del 82: antes las Malvinas eran “…el territorio privilegiado de la imaginación, el símbolo nacional, el significante vacío de la nacionalidad” 27 .Después las islas pasan a ser parte de la memoria viva de más de diez mil argentinos “…y a través de la ampliación mediática, cinematográfica y literaria de estas, de nuestra memoria colectiva”.

Dos operaciones hacen significativo este artículo: la recuperación  de motivos de la tradición literaria argentina  en los discursos de excombatientes y el planteo del  rol de la cultura nacional en la ampliación de la memoria colectiva. Se puede disentir  con algunas de sus ideas, pero resulta ineludible  aceptar  el cambio que  en 2012 representó su abordaje, inclusive para abrir archivos anteriores que  revelarían la presencia de ambas metáforas  en poesía  y ficciones inspiradas en las Islas  inspiradas en las Islas[14].

3.2. El 12 de abril, María Rosa Lojo publica “Malvinas, un relato inconcluso” de  en ADN Cultura, la revista de La Nación.

Este notable artículo revisa las narrativas inspiradas en la guerra, revelando su capacidad de representar conflictos, contradicciones y  funcionalidades que otros críticos no  registran, por ejemplo  Kelper, el thriller de Raúl Vieytes(1999), revelaría que  los kelpers de Malvinas ofrecen un dato inédito en nuestra historia de descolonización, porque ellos  no tienen conflicto con la nación conquistadora.

Señala que la anti epopeya practicada por las ficciones de la guerra tiene profundas raíces en la tradición literaria y en la historia nacional, comenzando por Martín Fierro (Hernández ,1872-1879 y El Matadero ( Echeverría, 1871).

En ese sentido sus referencias son valiosas: vincula Los pichiciegos de Fogwill con los gauchos reclutados por la leva que maltratados,  desertan  como  Martín Fierro. Casi confirmándola, en 2022 un poema del  excombatiente Martín Raninqueo evocando   la persecución de sus  antecesores mapuches y la brutalidad de su sargento durante la guerra, hablará de: “…de esas balas que besé /antes de ser lanzadas/ a otro ejército invasor” (“Küla huapi (tres islas), küla co, (tres arroyos «),inédito, 6/1/22).

Lojo recuerda que en los fortines del siglo XIX los famélicos soldados sólo podían comer carne de “piche” o de “pichi”, un tatú o armadillo que tan bien describe el soldado santiagueño en la novela de Fogwill[15].

Observa además que ese tatú que volverá en Las Islas de Gamerro, quizá ya era el gliptodonte que personifica el “Espíritu de la tierra” en Adán Buenos Ayres ( Marechal, 1948) y marca el rol de los soldados ocupando el lugar de los desaparecidos en obras como Arde aún sobre los años(López, 1986)  y Montoneros o la ballena blanca de Federico Lorenz.

Ella cree que la configuración de una épica comunitaria fundada en la solidaridad  en medio de una situación injusta y desesperada, aparecería en las novelas de Fogwill y de Gamerro. Y lee la transformación, y preservación, de una épica “como una broma conmovedora” en  A sus plantas rendido un león de Osvaldo Soriano(1986), una obra que casi nadie citó en estos artículos.

Señalando que la novela de Gamerro sería la que más trabaja la cuestión utópica y coincidiendo con Rosario Guber (¿Por qué Malvinas?, 2001), dice: “las islas representan, así, lo incompleto por antonomasia,  la parte  mutilada de un todo original  que el deseo reclama”.

El pacto de lectura con que Lojo  aborda  las narrativas de las Islas en guerra  les otorga  una entidad  discursiva propia. Despojada de los prejuicios de la crítica literaria, con muy amplios conocimientos sobre el tema y capacidad de vincularlos con otros capítulos de la literatura  argentina, la crítica proporciona ideas  significativas  para quienes deseen profundizar  el abordaje del tema. Quizá puede hacerlo porque comprende que “la crítica a la dictadura no implica la derrota de la (sin razón) utópica que sigue bregando por la recuperación de las Islas”.

Como creo valioso  este nuevo pacto de lectura  que ofrecieron ciertos artículos periodísticos en 2012, sumaré  el aporte de Horacio González en  Perfil  (4/3/12, 55-56), respondiendo al planteo del Grupo Político que había defendido la autodeterminación de los kelpers[16].

El comienza citando al Alberdi de los Escritos póstumos que piensa  que, acabadas las guerras de la Independencia y percibiendo que la cuestión simbólica de la nación se desplazaba del “honor y gloria” a otras materias más concretas,  se debía “sustituir, en fin, un lenguaje fundado en la gloria militar  por un horizonte de palabras ligados a otras retóricas”, 55. González reclama para una consideración novedosa  de la cuestión nacional, “que ahora supone un culturalismo universalista e inherente a él, una historia nacional revisitada en términos de lenguajes emancipatorios  alternativos”,55. ¿Por qué no proyectar esta idea de la cuestión nacional y los nuevos lenguajes a la cuestión Malvinas?[17]

4. Conclusión

Los artículos de Clarin, Perfil y Página /12, tan diferentes entre sí,  constituyen testimonios de una época  donde la evocación  de esa guerra estuvo cruzada por numerosas tensiones político-culturales . Quizá eludir las polémicas de su tiempo, los llevó a invisibilizar  la Cuestión Malvinas y su peso en  la literatura de la guerra para testimoniar los conflictos que vivió la Argentina después de 1982.

En 2012, otros  intelectuales – como Lojo y  Gamerro- demostraron que  leer  las narrativas inspiradas en la guerra de Malvinas desde la cultura  nacional no laceraba  su originalidad, por el contrario la profundizaba. En definitiva revelaron hasta qué punto pensar las Islas activaba, prolongaba y enriquecía  nuestra  tradición literaria. Hoy, después de casi diez años, quizá ya podamos preguntarnos  cómo juzgó el tiempo  formas tan distintas de leer la literatura de la guerra del 82.

Para hacerlo, sigue siendo válida la  lúcida  observación de Lucrecia Escudero, la primera semióloga  que estudió las comunicaciones periodísticas durante la guerra .En 2016, ella sostuvo que

Malvinas es una gran metáfora que nos permite interrogarnos  sobre nuestros  mito fundadores,  la formulación de un imaginario cultural y los efectos de los medios a  largo plazo, en la sedimentación  de una memoria colectiva. Pero también es revelador en el sentido  fotográfico del término de las contradicciones  de nuestra historia contemporánea reciente. Y el debate actual que suscitan los treinta años de la guerra es una prueba  positiva (2016,36).     

     

Apéndice

Acerca de la literatura inglesa sobre la guerra

Quizá sea un testimonio de época, el interés periodístico sobre la literatura inglesa inspirada en la guerra del 82.

El 26/3, Clarín publicó» Londres tiene su boom literario por Malvinas «, citando publicaciones y reediciones, “que revelan historia que aquí son poco conocidas”. Advirtiendo que son obras inhallables en la Argentina ,cita por ejemplo Storming in the Falkland (Banks)que narra -como las llama el artículo- historias “sucias”argentinas  e inglesas, la posterior  secuela de suicidios de soldados ingleses(Ordinary heros, Hilton) o  el rol de la marina mercante inglesa  durante la contienda They couldn´t have done it without us(Johnson Allen).El único entrevistado, el militar Ian Gardiner(The yompers),manifiesta su incomprensión  frente al hecho de que “el gobierno argentino quiere colonizar a los habitantes de las Malvinas En nuestro país le dimos la libertad a nuestras colonias hace ya mucho tiempo” .

Si observamos que la mayoría de estas obras reproducen testimonios de excombatientes británicos podríamos considerar como un dato de época el interés por las revelaciones,  treinta años después  de concluida la guerra.

El suplemento especial de Perfil incluyó también un  artículo de Andrew Graham –Yoll sobre la producción británica sobre la guerra, donde plantea que  el tema quedó mejor narrado en la crónica periodística e histórica, “la ficción no fue un recurso de los autores de habla inglesa” (1/4,10).

Graham-Yoll  incluye referencias a obras cuyos títulos se instalaron en el idioma inglés, cita la  novela Exocet de Jack Higgins, 1983, señalando que  “el misil francés puesto a prueba por los argentinos” pasó a ser sinónimo de golpe fulminante, pero también que se instaló la ironía de título de El general extranjero de hojalata y la vieja dama de hierro, la sátira gráfica de Raymond Briggs (1984). Recuerda  que los ingleses leyeron Tierra del Fuego (Ryan ,2002), la novela de un militar que combatió en Malvinas y  también una traducción de Los chicos de la guerra (Kon, 1982). Pero además vieron cortos de televisión y una obra de teatro La obra de las Malvinas (Curteis, 1983) transmitida  por la BBC en 2002, .Plantea el misterio que sigue encerrando la novela  En tierra extranjera de André Deutsh, 1986, sobre cuyo autor no hay noticias verosímiles.

El articulista elige la literatura inglesa inmediatamente posterior a la guerra, una decisión en la que debió pesar su experiencia personal. Porque el anglo argentino  Graham –Yoll , que  fue un valiente periodista en los trágicos tiempos de la dictadura argentina , debió exiliarse y en  volvió al país para cubrir la guerra  como corresponsal del periódico inglés  The Guardian, experiencia que relató en Buenos Aires .Otoño 1982,2007.                

Bibliografía 

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Ediciones periodísticas .

Clarín: 26/3,2/4,8/4.

Página/12: 2/4, 10/6.

Perfil: 4/3, 18/3, 1/4,8/4.

Notas


[1] Agustín Gallardo(Vidas marcadas),  Hernán Dobry ( Los rabinos de Malvinas) ,Román  Lejtman(Guerra de Malvinas), Federico Lorenz (Montoneros o la ballena blanca) y Natasha Niebieskikwiat(Lágrimas de hielo)

[2]Incluye : 1982 (Yofre, 2011) y las publicaciones de ese año Lágrimas de hielo  (Niebieskwiat) ,Malvinas, los vuelos secretos (Sánchez), Los rabinos de Malvinas (Dobry),Malvinas, en primera línea (Jiménez Corbalán).Con pequeñas fotos de las tapa de los libros, citando las editoriales y los precios de los ejemplares,  aparecen las  reediciones:  Malvinas, la trama secreta (Cardoso, Kirschbaum y Van Der Koy,1983),Señales de guerra (Freedman y Gamba,1991) e Iluminados por el fuego (Esteban,1993,2007)).

[3] Incluye: Kelper(Vieytes),Segunda vida (Orsi), Las Islas (Gamerro),Soldados (Caso Rosendi),Montoneros o la ballena blanca(Lorenz),Guerra conyugal(Russo,2000),Cuando te ví caer(Basualdo,2008),La flor azteca(Nielsen,1997),Malvinas (Sampoelesi),Trasfondo (Ratto),Una puta mierda (Pron),Los pichiciegos (Fogwill). Véase su lúcida observación sobre Las otras islas : “escritos desde una perspectiva adolescente pero no necesariamente” , la referencia “Me van a tener que disculpar”, el relato de Sacheri y la evocación  de que la publicación en 1991 de  los relatos de Forn (“Memorándum Almazán) y de Fresán (“El aprendiz de brujo”), “fue señalada como la aparición de una nueva mirada sobre la guerra”,9

[4] Gamerro ya había sostenido en Clarín  que   para tratar temas tremendos  un escritor debía recurrir a todas las herramientas que le brindaba la literatura desde Homero en adelante y consideró que Shakespeare  y Joyce  eran los escritores políticos más formidables que había dado la literatura inglesa. En ese reportaje también plantea la idea de que la guerra de Malvinas  primero fue ficción y después historia, a causa del  formidable  ocultamiento perpetrado por los militares y los medios. Y su caracterización de  Las Islas como “ficción autobiográfica al revés” ya que  como integrante de la clase 63, podría haber ido a la guerra.(Martyunk, Zona, 36).

[5] Acto 4, escena 4.

[6] Sostiene que releer a Troilo y Crésida “…versión ácida y desencantada de la guerra más famosa de la literatura” , le hace pensar  en  las tres islas del canal de Beagle que crearon el riego de guerra y que en esa época ya eran  chilenas. Se pregunta sobre las consecuencias de la eventual guerra y de haberlas perdido.

[7] Ver Mantiñan, G., Tesis “A vos te falta Malvinas”, Cap. Conclusiones, pag213, notas 332 y 331.

[8] Ver, Mantiñan, G. “Configuraciones poéticas de las Islas Malvinas previas a 1982”, 2.1. La articulación  de una retórica.

[9]“El sueño del regreso está ausente de esas ficciones, es más, es incompatible con ellas, el desertor sólo quiere volver a casa, la línea de fuga del pícaro se orienta siempre hacia el   futuro”26.

[10]Poltronieri: “Nosotros ya sabemos todo, lo malo y lo bueno .Y con todo, nosotros volveríamos”,p.26

[11] Esteban: “Jamás perdí la ilusión de volver….Necesitaba cerrar viejas heridas, cicatrizarlas y dejarlas para siempre en las Islas,p.26. “Malvinas, diario del regreso «relata el retorno de Esteban a Malvinas en 1999 y fue agregado posteriormente a su Iluminados por el fuego.

[12] Otro ejemplo que ofrece es en Montoneros o la ballena blanca de Federico Lorenz, 2012, que narra la aventura de un grupo montonero en las Islas en guerra del 82, “volver a las islas es volver a ser peronistas”.

[13] Islas imaginadas, cap. “En el nombre del padre”

[14] Sólo a título de ejemplo, la patria mutilada ya era un motivo en la poesía de Malvinas. J.L.Castiñeira de Dios (1954):“que estas islas nos duelen como si nos castraran” o Coria  Peñaloza y Tesseire (1957): “trozos cautivos de la Nación”, ver Mantiñan, G.(2018) ”La patria mutilada: de la nación como cuerpo al cuerpo de los excombatientes” en “Las metáforas de Malvinas” .En el mismo artículo, “La patria-familia : los vínculos parentales que la narrativa construyó”,  se estudian ficciones que metaforizan Malvinas en distinto tipo de familias.

[15] Conocí este artículo de Lojo  tiempo después de presentar mi tesis “A vos te falta Malvinas” (2015), que incluía un capítulo  dedicado a estudiar los nexos entre el relato testimonial de los excombatientes y  la narrativa expedicionaria del desierto[15].Por eso es me es personalmente grato advertir   que mi abordaje ya tenía  un  prestigioso antecedente.

[16] El título del artículo,»Una cuestión nacional y democrática. Malvinas y el honor: ni escepticismo liberal ni epopeya inconclusa”,  anticipa su propuesta  de configurar la cuestión Malvinas desde la actual  política nacional y latinoamericana, reformulando las viejas concepciones que han cruzado las polémicas sobre el tema. Ver: Mantiñan, G. ”En 2012, Malvinas fue un relato en disputa”.

[17] Personalmente creo además  que en Luz de día (1871), una sátira  de la teoría evolucionista,  Alberdi también anticipa la tensión utópica de las Islas, baste con recordar que su degradado Don Quijote, ahora estanciero en la Patagonia, quiere apropiarse del archipiélago de las Pléyade  a las que llama “nuestras Malvinas celestiales”, ver Mantiñan, G. (2017),» Mito y utopía en la configuración narrativa de las Islas Malvinas”.

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Autor: A vos te falta Malvinas

Profesora de enseñanza normal, secundaria y especial en Letras, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Magister de la Universidad de Buenos Aires en Literaturas Española y Latinoamericana. Trabajó como asistente de programación en Radio Nacional y ejerció la docencia en la Facultad de Filosofía y Letras(UBA). Como integrante del Seminario de Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz participó en la realización de fascículos, antologías, artículos, bibliográficas y el libro “Las huellas de la imaginación”. En la actualidad lleva a cabo la investigación “Nieblas de Malvinas. Algunas formas narrativas de las Islas”

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